lunes, 29 de mayo de 2017

El Punto Nemo

Si estás pensando en alejarte del mundo, éste es el sitio indicado. Estarás en medio del Océano Pacífico y difícilmente verás a nadie. No es un “lugar” propiamente dicho, sino un punto útil para científicos, exploradores y aventureros. Se llama Punto “Nemo” en honor al Capitán Nemo de la novela de Julio Verne “20.000 leguas de viaje submarino” y como “Nemo” quiere decir “nadie” en latín, resulta un nombre de lo más apropiado. También se lo conoce como el “Polo oceánico de inaccesibilidad”. En ese punto del Océano Pacífico, además, la profundidad es de 3.700 metros.

Está equidistante 2.680 kilómetros de tres lejanas islas: Si vamos hacia el norte encontraremos la Isla Ducie, una de las islas Pitcairn; si nos dirigimos al noreste llegaremos a un islote de la Isla de Pascua llamado Motu Nui y hacia el sur una isla llamada Maher que pertencece a la Antártida.

Encontrar este Punto Nemo no fue nada fácil. Se consiguió en 1992 gracias a la tecnología moderna y al ingeniero croata-canadiense Hrvoje Lukatela que incorporó a un programa de computación de cálculo de coordenadas la forma elipsoide que tiene La Tierra para lograr una mayor exactitud. Este polo de inaccesibilidad está calculado de tal manera que, aunque podría cambiar por la erosión de la costa o una medición aún más certera, no variaría más allá de unos metros.

isla Lincoln de la novela La isla misteriosa
Hrvoje Lukatela, es un lector de Julio Verne y se percató de una de esas misteriosas casualidades, o mejor dicho, causalidades a las que nos tiene acostumbrado el abuelo Verne. Si el capitán Nemo, quisiera aislarse del mundo buscaría una isla cercana a este punto del océano. Y así lo hizo Verne, ya que la imaginaria isla Lincoln de la novela La isla misteriosa (publicada por entregas desde 1874 y en formato libro en 1875) estaba relativamente cerca de este punto, exactamente en el Pacífico Sur, a 34º, 57’ de latitud sur y 150º, 30’ de longitud oeste. ¿Dónde está el misterio?, pues que el Punto Nemo no pudo ser definido hasta los estudios del citado Lukatela, exactamente en 1992.

Otra de las curiosidades del Punto Nemo es que, aunque parezca imposible, algunas veces los astronautas que gravitan en el espacio son los humanos que están más cerca de él. La Estación Espacial Internacional que orbita La Tierra está a entre 330 y 410 Km. de la superficie, mientras que el primer lugar habitado está a 2.700 km. del Punto Nemo.

BLOOP

 En 1997, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (cuyas siglas en inglés son NOAA) detectó un sonido submarino de ultra-baja frecuencia de origen desconocido. En la época de la guerra fría, la marina de EE.UU. había dispuesto millares de micrófonos submarinos con el objeto de detectar posibles incursiones de los submarinos soviéticos.

Durante varios días del verano de ese año, los micrófonos, incluso los más alejados, detectaron un sonido potentísimo que bautizaron con el nombre de Bloop, y claro, este sonido se produjo en esa zona del Pacífico Sur donde se encuentra en Punto Nemo. Aunque la explicación más lógica llevó a los científicos a pensar que los sonidos podían ser el resultado de unos terremotos de hielo causados por el resquebrajamiento de grandes icebers, la verdad es de que nunca se dio una explicación cerrada del asunto.

También se habló de calamares gigantes o ballenas aún más grandes que la conocida ballena azul. Como ven, todo muy verniano, pero los seguidores de H.P. Lovecraft, también tienen su predicamento en esta historia. Resulta que cerca de este punto, el escritor de Providence situó la ciudad sumergida de R’Lyeh, que aparece en la novela La llamada de Cthulhu (1926). ¿Y cómo se comunican las entidades mitológicas de esta ciudad? Sí, con sonidos de ultra-baja frecuencia.
 
Un cementerio espacial

Esta lejanía de cualquier zona habitada ha hecho que las agencias espaciales de América, Europa y Japón lo utilicen como cementerio espacial. A sus aguas fueron a parar, entre otros fragmentos de satélites, los restos de la famosa Estación Espacial Mir. Los peces han convertido la chatarra espacial en su hábitat, como si fueran restos de un naufragio.

Escasa variedad de vida.


Según el oceanógrafo Steven D’Hondt, de la Universidad de Rhode Island en Narragansett, en el Punto Nemo realmente no están dadas las condiciones para que haya mucha diversidad de especies.

Eso se debe a que está dentro del Giro del Pacífico Sur, una enorme corriente giratoria limitada en el este y oeste por Sudamérica y Australia, en el norte por el ecuador y en el sur por la fuerte Corriente Circumpolar Antártica.

Las aguas dentro del giro son estables con una temperatura en la superficie de 5,8°C en el Punto Nemo, según datos de los satélites de la NASA. La corriente bloquea la entrada de aguas más frías ricas en nutrientes. Además, como la región está tan aislada de masas de tierra, tampoco el viento transporta mucha materia orgánica.

Como consecuencia, hay poco alimento y, al no haber material que caiga como “nieve marina”, el fondo también está sin vida. D’Hondt la describe como “la región menos biológicamente activa del océano en el mundo”.

Por si alguien quiere perderse de verdad ponga estas coordenadas en su navegador, eso sí, llévese por lo menos un flotador:
POINT NEMO: 48º 52’ 36’’ S, 123º 23’ 36’’ W
En decimal: -48.876667º, -123.393333º

jueves, 18 de mayo de 2017

En la mitología germánica se describe la existencia de ninfas que habitan en los ecosistemas de agua dulce, en ríos, fuentes, estanques, manantiales, pozos, arroyos y lagos. Su equivalente en la mitología grecolatina son las náyades. Las ninfas teutonas son mujeres-pez sin cola, que tienen el cuerpo cubierto de escamas azuladas o verdosas, de tonos marinos. Sus manos y sus pies son palmeados, una adaptación que les facilita su desplazamiento acuático, pero que no les impide que pueden caminar y respirar fuera del agua.


Su papel dentro del folclore no está del todo esclarecido, se nos representan como criaturas traviesas sin una intención perfectamente definida en relación al bien y al mal. Sus diabluras van desde un inocente chapuzón en un río hasta hacer zozobrar una embarcación de pescadores.
La maldición de Ondina

Las leyendas arias nos cuentan que estos seres estaban laureados con la inmortalidad, un privilegio que se perdía en el instante en el que la ninfa diese a luz un vástago fruto de su unión con un mortal.

Pues bien, uno de los mitos germánicos narra la existencia de Ondina, una ninfa de una belleza sobrecogedora que se prendó de un apuesto caballero llamado sir Lawrence, con el que acabó desposándose. El día en el que se celebraron las nupcias el mortal le prometió: «que cada aliento que de mientras estoy despierto sea mi compromiso de amor y fidelidad hacia ti».


Pasado un año de matrimonio la ninfa alumbró una bella criatura. A partir de ese momento, en cumplimiento de las leyes que regían el destino de las ninfas, su perpetuidad se vio truncada y, con ella, la belleza de la que hacía gala. Sus sinuosas curvas se evaporaron y en su rostro comenzaron a aparecer sendas arrugas.

Cierto día, mientras la ninfa paseaba entre las mieses, cerca de los establos, sorprendió a sir Lawrence durmiendo en el regazo de otra mujer. Ondina se apresuró a despertarle y maldecir su existencia: «me juraste fidelidad por cada aliento que dieras mientras estuvieses despierto y acepté tu promesa. Así sea. Mientras te mantengas despierto podrás respirar, pero si alguna vez llegas a dormirte, morirás». Sir Lawrence estaba condenado a mantenerse despierto, algo que resultaba a todas luces imposible. El mortal no tardó en ceder al agotamiento y quedarse dormido, no despertando jamás. La maldición de Ondina se había cumplido.


Una enfermedad rara

Lejos de ser una bonita leyenda, la maldición de Ondina existe en los tratados de Medicina Interna, se trata de una enfermedad rara que recibe el pomposo nombre de «hipoventilación central primaria». Se estima que esta patología afecta en Estados Unidos a, aproximadamente, 1 de cada 10.000-15.000 nacimientos.

La maldición de Ondina se caracteriza, a grandes rasgos, por la existencia de un control anormal de los sensores cerebrales que regulan la ventilación pulmonar, en ausencia de una enfermedad evidenciable. Esta anomalía se debe a un trastorno genético causado por una mutación en un gen localizado en el cromosoma 4.

Respirar es un reflejo automático, natural e innato, ninguno de nosotros tenemos que preocuparnos por recordar que tenemos que respirar. Esto se debe a que en nuestro cerebro disponemos de unos sensores que se activan cuando el nivel de oxígeno en nuestra sangre es bajo. Pues bien, en los pacientes que tienen la maldición de Ondina este mecanismo fisiológico no funciona de forma correcta.


Se trata de una enfermedad crónica que puede manifestarse en cualquier momento de la vida. En cuanto a su gravedad, afortunadamente, no todos los pacientes se mueren cuando se duermen, debido a que existe un amplio abanico. En las formas más leves los pacientes tienen un sueño poco reparador, debido al déficit de oxígeno en sangre; mientras que en las formas más graves es preciso que los pacientes duerman con un aparato de presión positiva, una forma de soporte ventilatorio mecánico que se aplica a través de una mascarilla, y que les facilita la ventilación pulmonar mientras duermen.

martes, 16 de mayo de 2017

J’ba Fofi

Pronunciado “ch ba fuu fii” de acuerdo con la entonación española, el término significa literalmente “araña gigante” en el idioma nativo de la región. Hace referencia a una especie de tarántulas particularmente grandes cuya envergadura, de acuerdo con la leyenda, está entre metro y medio y dos metros de extremo a extremo de las patas.

Dichas arañas son capaces, gracias a su inmenso tamaño, de cazar a todo tipo de animales, desde lagartos y aves hasta leopardos, antílopes, monos y cocodrilos, pasando, según el testimonio de varias tribus y algunos misioneros, por seres humanos.

J’ba Fofi se a visto los bosque que rodean el Lago Nyasa
Las redes de la araña recorren la selva en dirección a una especie de “trampa subterránea” tan conocida en estos animales, que consta con una especie de “tapa” que puede abrirse y cerrarse desde adentro, encerrando a la desprevenida víctima con el monstruo. De acuerdo con los testimonios, el veneno del animal es particularmente potente y puede acabar en minutos (horas, como máximo) con la vida de una persona.

Avistamientos de la criatura

Tamaño de la J’ba Fofi
Se reconocen dos avistamientos importantes de la supuesta araña gigante del Congo: uno en 1890 y un en 1938. Desde entonces todo lo que tenemos es una serie de relatos inconexos, leyendas regionales y avistamientos por parte de misioneros y nativos que suelen ser confusos.

El primer avistamiento, en 1890, fue realizado por un Gentleman inglés llamado Arthur Simes, quien se encontraba explorando las costas del Lago Nyasa en la actual Uganda en ese año.

Varios de sus hombres comenzaron a enredarse en unas redes pegajosas que estaban adheridas al suelo y no pasó mucho tiempo cuando 2 arañas de más de un metro de envergadura salieron de la densa selva y los picaron.

Simes fue capaz de asustarlas usando su arma (aunque según dijo, no logró herir ninguna), pero sus hombres entraron en un fuerte delirio y murieron a los pocos minutos sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.

Reginald y Margurite Lloyd
El segundo caso, en 1938, ocurrió cuando una pareja de colonos de Rhodesia, Reginald y Margurite Lloyd, que se encontraban explorando las regiones del entonces llamado Congo Belga se encontraron con una criatura extraña en el camino.

Originalmente pensaron que era un felino y detuvieron su vehículo para dejarla pasar, pero pronto notaron que eso no era ningún felino.

Se cuenta que la araña cruzó demasiado rápido para poder fotografiarla, y la Señora Llyod quedaría tan impresionada con la experiencia que le exigiría de inmediato a su marido el volver a su nativa Rhodesia.

¿Podría existir una de estas criaturas?

Aunque no lo parezca, lo que sabemos del mundo animal indica con vehemencia que una araña de estas dimensiones titánicas difícilmente podría existir. Las razones son fundamentalmente 2: el sistema respiratorio y el problema del exoesqueleto.

En primer lugar, están los pulmones. Las arañas que conocemos no tienen pulmones como los de los mamíferos o las aves, sino unas estructuras llamadas “pulmones en libro” que absorben el oxígeno disponible de manera menos eficiente.

Aunque esto no es un problema para una araña pequeña, al alcanzar el tamaño de un gato pequeño esto ya se convierte en un serio problema pues requiere una altísima cantidad de oxígeno en la atmósfera. En el Carbonífero, la edad de los gigantescos bosques, las arañas apenas si superaban el tamaño de un perro mediano hoy día.

El problema del exoesqueleto tiene que ver con el tamaño: a medida que crece una araña requeriría un exoesqueleto más y más resistente (es decir, más grueso), y el aumento del esqueleto sería desmedido con respecto al tamaño total de la araña. Esta es la principal razón por la que no existen artrópodos terrestres gigantes: en el caso de los cangrejos, el famoso cangrejo cocotero se calcula como el más grande que podría existir.

cangrejo cocotero
La evolución puede ser capaz de solucionar estos problemas. Ya sea desarrollando un sistema respiratorio que aproveche a plena capacidad los “pulmones en libro” y creando una estructura más resistente a partir de otras proteínas, teóricamente una araña así podría existir.

Pero hay una gran diferencia entre decir que podría existir y decir que verdaderamente existe: de ser real sería un animal sin ningún tipo de pariente cercano.

Si queremos creer en los avistamientos, esta es la única hipótesis viable. Un pariente cercano de las arañas de gran antigüedad: el único descendiente de su raza y que maneja una biología que nos es desconocida. Sería un verdadero fósil viviente de las selvas del Congo, que lleva oculto millones de años del resto del mundo.

Suena bien, pero hasta que no tengamos pruebas fehacientes, lamentablemente la ciencia se opone a la existencia de la mítica araña gigante.

martes, 9 de mayo de 2017

A mis Abuelos



Lo lamento por aquellos que esperaban una entrada sobre misterio y leyendas, después de tiempo seria lo propio. Pero a veces acontecen cosas en la vida, que te empujan a realizar este tipo de actos. No se trata de publicitar la pena de una persona, si no servir a modo de recordatorio para el futuro, para que no olvidar unas lecciones en la vida, que solo las puede dar el momento.

En el día de hoy he perdido a alguien importante, y es que ha partido hacia el otro lado mi abuelo materno. Hace tiempo ya lo hizo el paterno, y con él se llevó muchos recuerdos, risas y lágrimas. En el día de hoy le ha toca a otro extraordinario hombre, que a pesar de su fallos, lleva una lección de vida de la que nunca aprendí lo suficiente. Es algo de lo que me lamentare, hasta el momento que me toque a mí iniciar viaje.

Ahora solo quedan recuerdos, recuerdos que fueron de risa tiempo a atrás, y que a día de hoy, por las circunstancias, solo provocan dolor. Pero es en esas memorias donde está el verdadero aprendizaje que estos hombres me dieron. Y por eso la entrada en este blog, para que queden en  mi archivo como un conocimiento más, que el ajetreo de los días venideros no borren estos pensamientos de aprendizaje, pues son lecciones que atesorar.

Inocencia propia de un niño


Mi abuelo paterno era un hombre tradiciones antiguas, de los que nadie podía sentarse en su asiento sin su permiso, de los que salían a trabajar por el día y volvían de noche, un patriarca de libro. Recuerdo su gran mostacho, pero sobre todo, su sonrisa a la cual le faltaba algún diente.
Si intento traer un recuerdo de él a mi mente, siempre acude el mismo. 

No tendría ni 8 años cuando mis padres decidieron que viajáramos a Toledo. Por aquella época, mi mente de niño estaba bombardeada por una imagen menos cultural. Los anuncios donde te vendían a bombo y platillo juguete + hamburguesa.

 Estábamos a punto de volver a nuestra casa, después de un cansado día de recorrer calles y monumentos, cuando allí estaba el oasis que mi infantilmente había construido. Insistí e insistí, llore, patalee y me queje como solo un infante puede hacerlo, pero solo recibí la negativa de parte de mis padres. 

Pero mi abuelo era distinto, y no lo dudo un momento, me cogió de la mano y como un explorador que se adentra en algo nuevo, entro en el local y pidió un menú infantil sin saber ni siquiera lo que era.

 Lo siguiente fueron risas y sonrisas al ver con que gusto me lo comía, y como un crio intentaba informarlo de lo maravilloso que era todo aquello. Una risas inocentes, llenas de amor y de la pureza propia de un anciano que había vuelto a ser niño de la mano de otro.

 Aún recuerdo, cuando el alzhéimer estaba a punto de llevárselo, como le susurraba al oído “Recuerdas el día de la hamburguesa abuelo” y él sonría tímidamente mientras asentía con la poca fuerza que le quedaba.

De ti aprendí que la tradición nunca debe estar reñida con las ganas y la inocencia de un niño por aprender cosas nuevas. He aprendido a ser feliz con poco. He aprendido a sorprenderme con lo que algunos considerarian una tonteria. A saber que un pequeño acto, que para alguien puede ser simple, para otra persona puede ser todo un mundo. Solo espero que llegado el momento, pueda sonreírle a mis nietos, con la misma pureza que lo hacías tú, y sentir la misma alegría ante los nuevos conocimientos que intenten darme.

Duro como una roca


Mi otro abuelo era distinto, un hombre de campo, cuadriculado en algunas ideas, llevando las palabras respeto y tradición hasta niveles propios de sus años de juventud. De esos que no se podía tocar la tele si él no te daba permiso, y no te lo daba. De los que los hombres no lloran, de los que hay que ser duro como las rocas, de los que las cosas nuevas son tonterías y absurdeces, de los que puede haber allí fuera que te interese tanto ver. 

Pero con el también hay un recuerdo, uno que no es el primero, pero que se impone por encima de todos ellos. 

Corrían los 90 y por aquella época mi fervor por los videojuegos era extremo, solo limitado por las escasas posibilidades de adquirir las últimas novedades por la región donde vivía. Pero se produjo una de esas paradojas del universo, y en una tienda de la localidad, vino a recaer unas copias del último juego que había salido. Recogí mis escuetos ahorros y me disponía a partir a comprarlo, cuando un acompañante me fue impuesto, mi abuelo. La distancia fue corta pero llena de reproches a gastarme el dinero en algo tan poco importante como un “cacho de plástico”.

Una vez entre en la tienda, la decepción me acompaño, pues el comerciante se negó a vendérmelo por cuestiones de reserva. Entonces, la actitud de mi abuelo cambio, y paso a ser un luchador mano a mano por algo que a él le parecía absurdo. No consigo recordar que fue lo que le dijo exactamente, no sé qué cara le puso, pero tras una conversación de unos minutos, no solo me vendió el juego, me lo rebajó.

Una vez en la calle, le pregunto el porqué, mi abuelo no me miro, solo dejo escapar un “Si es importante para ti, no importa lo que yo piense, solo que a ti te hace feliz”. Contado así, parece que mi abuelo era marcial, duro, inamovible, pero lloro muchas veces, y por cosas que merecía la pena llorar.

De ti aprendí a mantenerme duro como una roca ante las adversidades del destino. Para, a la misma vez, servir de asidero para aquellos que no pueden mantenerse firmes ante los temporales de la vida. He aprendido a llorar por el dolor de lo importante, he aprendido a luchar por lo que me hace feliz apesar de lo que digan los demas...

He aprendido a sentirme orgulloso cuando me dicen -“Te pareces a tu abuelo”-.

A día de hoy os habéis ido los dos, me habéis dejado huérfano de conocimiento y con ganas de más de vuestras historias. Quiero volver a escucharte decirte aquello de “Dile a tu abuela que te fría un huevo”. Quiero verte reír cuando te explicaba cómo funcionaba la game boy. Quiero volver a montar en aquel viejo Seat 1500. Quiero que me llames para preguntarme si puedo pasarme a ver qué le pasa a la tele. Quiero verte de nuevo fumar aquellos enormes puros. Quiero ver tu sonrisa de nuevo ante las carantoñas de tu bisnieta…

Solo me queda el dolor de mis recuerdos y el deseo de que estéis bien allí donde habéis ido. Nos veremos algún día, eso sin duda, espero que llegado el momento os sintáis orgullosos de lo que aprendí y de lo que enseñe.

Os quiero Abuelos y os voy a echar mucho de menos.