martes, 31 de marzo de 2015

Puede que solo fuera una leyenda, pero se cuenta que cuando profanaron su tumba durante la Revolución Francesa, en 1796, su cuerpo seguía casi incorrupto, así que decidieron quedarse con su espesa cabellera como trofeo y aprovechar su ataúd de plomo para hacer balas. Los restos de su cuerpo, fueron arrojados a una fosa común junto a dos de sus nietas, y fue precisamente hace unos años, cuando un equipo de científicos decidió por fin analizar dichos restos para descubrir cuál era el supuesto secreto de Diana de Poitiers.

El misterio del elixir de la eterna juventud de Diana de Poitiers


Empecemos desde el principio. Diana de Poitiers había nacido el 3 de septiembre de 1499 en el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de Francia. Su padre, Jean de Poitiers era conde de Saint-Vallier y vizconde de Estoile. Tras la muerte de su madre, Jeanne de Batarnay, cuando Diana tenía solamente seis años, fue trasladada a la corte donde pasó casi diez años como dama de Ana de Francia, hija de Luis XI.

Cuando Diana era una bella joven de 15 años se acordó su matrimonio con Luis de Brézé, cuarenta años mayor que ella. El conde de Maulevrier y señor de Anet representaba al rey en Normandía como gran senescal y descendía de la familia real por una rama ilegítima originada de la relación entre Carlos VII y su amante Agnès Sorel. Durante los años que duró su matrimonio, Diana fue una esposa y madre ejemplar. A pesar de la diferencia de edad, Diana amó y respetó a su marido, con el que tuvo dos hijas. Pero la desaparición de Luis cambió el destino de Diana.
 
Cortejada por Enrique

En 1531 Diana de Poitiers, con 31 años, quedaba viuda. Un año antes, los dos hijos mayores del rey Francisco I de Francia habían vuelto de su estancia en Madrid como rehenes por la derrota de su padre en la batalla de Pavía contra Carlos V acaecida en 1525. El emperador había hecho prisionero al rey francés y solamente quedó en libertad tras el tratado de Madrid que reclamaba a sus dos hijos como rehenes. Enrique tenía entonces once años cuando se reencontró con Diana a quien recordaba como la última persona que había consolado su desesperación cuando debía partir hacia Madrid. Desde entonces Enrique había quedado prendado de la belleza y personalidad de Diana.

Ahora que era viuda, Diana se reinventó a sí misma. Su modelo a seguir sería Artemisa, hija del rey de Halicarnaso; tomó el blanco y el negro como sus colores básicos; en su escudo incluyó la antorcha invertida, símbolo de las viudas y honró a su esposo desaparecido con un mausoleo en la capilla del castillo de Anet. Diana superaba en más de veinte años la edad de Enrique pero aceptó su adoración pública envolviéndola en una parafernalia parecida al amor cortés. Ella misma rodeó su persona y sus relaciones con Enrique de un halo de misterio confiriéndoles un carácter mitológico y sacro y transformando a la viuda ejemplar en diosa del Olimpo. Incluso se hizo retratar como Diana cazadora.

Su íntima relación con el rey le sirvió para obtener el ducado de Valentinois y el de Étampes, increíbles castillos como el de Chenonceaux y valiosas joyas imposibles de imaginar. Era bella, culta, exquisita… Y también una férrea amante de la magia y los elixires sobrenaturales. Una de sus máximas preocupaciones fue siempre conservar la juventud y la lozanía, llegando a ser una auténtica obsesión.

Se dice que siempre estuvo muy delgada y tan pálida como una muñeca de porcelana. La leyenda se fue tejiendo con los años, se hablaba de pactos secretos con médicos extranjeros y de una pócima que diariamente mezclaba en sus bebidas. Ésas que, tal vez, le permitieron vivir siendo siempre bella, aunque su objetivo, el alcanzar la inmortalidad, obviamente no llegó a cumplirse.

Su residencia hasta sus ultimos dias
Fue en 2008 cuando un equipo de arqueólogos y científicos dieron con sus restos, con esa fosa común donde la arrojaron junto a sus nietas durante la Revolución Francesa tras ultrajar sus tumbas. ¿Y cuál fue el resultado del análisis? ¿Era verdad que pudo conservarse siempre joven? Los científicos nos explicaron que lo primero fue confirmar que aquellos, eran los auténticos restos de Diana de Poitiers.

Lo certificaron a través de su calavera, que se correspondía con los rasgos que de ella, se conservan en todos los cuadros. También en la fractura de su tibia cuando se cayó del caballo en 1565, y que trató un médico llamado Ambroise Paré. Era, efectivamente, la cortesana más famosa del siglo XVI: Diana de Poitiers.

Los análisis certificaron varias cosas: a lo largo de su vida estuvo tomando algo que, efectivamente, lejos de ofrecerle la inmortalidad, acabó con su vida. Un elemento que le producía anemia (de ahí la palidez de su piel), además de anorexia y diarreas. Una figura frágil y delicada, no cabe duda, aunque obviamente, Diana de Poitiers jamás habría gozado de buena salud. El elemento que utilizaba como elixir de la eterna juventud era el oro.

Los científicos lo encontraron en grandes cantidades en sus tejidos a pesar de haber pasado más de 400 años. Desconocemos si el esfuerzo valió la pena, si ella se veía realmente bella con la palidez de su piel y la delgadez de su cuerpo, pero sea como sea, su muerte debió ser lenta y dolorosa. La eterna juventud es esa aspiración que, de momento, aún no podemos alcanzar.