jueves, 22 de mayo de 2014

La Inquisición española se dedicó a lo largo de cuatro siglos a perseguir, juzgar y condenar a todo aquel sospechoso de realizar fenómenos inexplicables y que estuviera fuera del aparente razonamiento católico. Muchas son las señaladas como brujas que murieron tras ser torturadas o quemadas vivas. Pero sorprendente es cuando el acusado de practicar ritos satánicos y poseer poderes sobrenaturales es Pedro Ruiz Calderón, un sacerdote español que, en el siglo XVI, había sido enviado como misionero al Nuevo Mundo.

El religioso ejercía su labor evangelizadora en Nueva España (hoy México), pero al mismo tiempo era muy común verlo fanfarronear de la multitud de facultades paranormales que poseía, las cuales había aprendido gracias a haber descendido hasta el infierno y conocer al demonio.

Durante el juicio, que se llevó a cabo el 30 de enero de 1540. –en el que ejerció de fiscal el arzobispo e inquisidor apostólico Fray Juan de Zumárraga–, Ruiz Calderón presumió de ser capaz de transportarse mágicamente a grandes distancias –incluso de un continente a otro–, hacerse invisible a voluntad, seducir a las mujeres, predecir el futuro, convertir metales en oro o invocar y exorcizar a los demonios, entre otros muchos prodigios. Además, según el profesor estadounidense, el excéntrico sacerdote decía ser capaz de hipnotizar a las personas, en lo que sería seguramente “una de las más antiguas descripciones sobre hipnotismo”.

Fray Juan de Zumárraga
Según los documentos del juicio, Calderón incluso juraba haber viajado hasta el infierno mientras se encontraba trabajando con el virrey de Nápoles, antes de trasladarse a América. En su sorprendente relato, el clérigo aseguraba haber penetrado en las entrañas de la tierra, durante más de 3.000 leguas, a través de una cueva. Fue allí, en las entrañas del infierno, donde el demonio le enseñó los secretos de la magia negra así como la alquimia; le regaló libros y le enseñó un lenguaje cifrado que nadie a parte de el era capaz de entender.  Ruiz Calderón afirmó, que tenía un volumen firmado por el diablo, sin embargo no se pudo localizar entre sus pertenencias que se confiscaron por el Santo Oficio, entre las que se encontró un manual para realizar exorcismos, una guía para descubrir tesoros y el libro Secretos maravillosos de la magia natural y cabalística del Pequeño Alberto, del autor Alberto Magno.

El talento del que se sentía mas orgulloso era el de atraer a las mujeres. Su talento para hacerse invisible le permitía ingresar secretamente a sus alcobas, y había dormido con decenas de ellas. Sus capacidades dieron origen a diversas controversias durante su juicio. Algunas evidencias como las aportadas por Gil González de Benavides, apoyaban la veracidad de sus facultades mágicas.

Documentos del juicio
Este había observado la capacidad de encontrar  pequeños tesoros, esta actividad lo hizo famoso y era común que la gente lo contratara. La creencia en la magia se encontraba ampliamente extendida en España y la magia negra era la practica mas condenada.

…A pesar de los números testimonios que lo acusaban de jactarse de sus superpoderes, el tribunal acabó condenándolo a ser desterrado de vuelta a España y no poder ejercer el sacerdocio a lo largo de dos años. Una pena insignificante,  si tenemos en cuenta la proporción de evidencias, pruebas y cargos que se le imputaban.

Gran parte de la información al respecto se ha conocido recientemente gracias a las investigaciones realizadas por John Chuchiak IV, profesor de la Universidad Estatal de Missouri, quien ha transcrito un gran número de documentos relacionados con las actas del juicio y ha recreado todo el proceso inquisitorial.

La mayoría de las pruebas encontradas en los documentos dejan entrever que la condena aplicada a Pedro Ruiz Calderón fue más bien una llamada de atención y un castigo menor hacia un acto de fanfarronería por parte del acusado, quien podría tener en su conducta un ánimo de enriquecimiento o incluso de delirios mentales, que no cualquier tipo de poder sobrenatural que tuviese algo que ver con las fuerzas del maligno.

Cualquier estudioso sensato dirá que quizá no fue más que un intento de tapar un escándalo de proporciones inmensas. De aquella forma, se evitaba darle mayor publicidad al asunto. Otros, menos conformistas, preferimos ir más allá.

¿Y si lo que contaba Ruiz Calderón era cierto? ¿Y si sus poderes quedaron demostrados, de alguna forma, y se le hizo regresar a España para que los más importantes estudiosos de la época pudieran aprender de él? No olvidemos la época, pleno Renacimiento… Y el dato de que de Ruiz Calderón poco más se llegó a saber…