miércoles, 30 de abril de 2014

Alejandro Magno

Este macedonio fue un extraordinario militar, capaz de cambiar de estrategia en función de las circunstancias, y un pionero en vender su imagen como político y fue el joven rey del mundo. Hasta hace poco tiempo, en las noches de temporal, los pescadores de las islas griegas del Egeo, clamaban al mar embravecido: "¿Poù ine ò Megalexandros?" (¿Dónde está Alejandro Magno?). Y ellos mismos se respondían: "¡Zi ke vassilevi!" ("Vive y reina"). Creían que así rindiendo obediencia al soberano del mundo, el mar se calmaría.

También en Oriente Medio y Asia Menor, pervive el nombre de Alejandro: en ciertos pueblos del este de Afganistán todavía se dice que los caballos de los jefes descienden de Bucéfalo, el corcel de batalla del caudillo macedonio.

¿A qué se debe semejante fama? ¿Qué tenía aquel joven que sólo vivió 33 años y apenas reinó durante 13 años, para que su recuerdo permanezca tan arraigado 2.300 años después de su muerte y para que los grandes caudillos de Roma lo imitaran?

Para la historia de la civilización antigua las hazañas de Alejandro Magno supusieron un torbellino de tales proporciones que aún hoy se puede hablar sin paliativos de un antes y un después de su paso por el mundo. Y aunque  su legado providencial (la extensión de la cultura helénica hasta los confines más remotos) se vio favorecido por  todo un abanico de circunstancias favorables que reseñan puntualmente los historiadores, su biografía es en verdad una auténtica epopeya, la manifestación en el tiempo de las fantásticas visiones homéricas y el vivo ejemplo de cómo algunos hombres descuellan sobre sus contemporáneos para alimentar incesantemente la imaginación de las generaciones venideras.

Filipo II
Alejandro nació en Pela, capital de la antigua comarca macedónica de Pelagonia, en octubre del 356 a.C. Hijo y sucesor de Filipo II de Macedonia y Olimpia de Epiro.

Quiere la leyenda que, el mismo día en que nació Alejandro, un extravagante pirómano incendiase una de las Siete Maravillas del Mundo, el templo de Artemisa en Éfeso, aprovechando la ausencia de la diosa, que había acudido a tutelar el nacimiento del príncipe. Cuando fue detenido, confesó que lo había hecho para que su nombre pasara a la historia. Las autoridades lo ejecutaron, ordenaron que desapareciese hasta el más recóndito testimonio de su paso por el mundo y prohibieron que nadie pronunciase jamás su nombre. Pero más de dos mil años después todavía se recuerda la infame tropelía del perturbado Eróstrato, y los sacerdotes de Éfeso, según la leyenda, vieron en la catástrofe el símbolo inequívoco de que alguien, en alguna parte del mundo, acababa de nacer para reinar sobre todo el Oriente. Según otra descripción, la de Plutarco, su nacimiento ocurrió durante una noche de vientos huracanados, que los augures interpretaron como el anuncio de Júpiter de que su existencia sería gloriosa.

Nacido para conquistar

Olimpia de Epiro
Predestinado por dioses y oráculos a gobernar a la vez dos imperios, la confirmación de ese destino excepcional parece hoy más atribuible a su propia y peculiar realidad. Nieto e hijo de reyes en una época en que la aristocracia estaba integrada por guerreros y conquistadores, fue preparado para ello desde que vio la luz. El príncipe tuvo primero en Lisímaco y luego en Leónidas dos severos pedagogos que sometieron su infancia a una rigurosa disciplina. Nada superfluo. Nada frívolo. Nada que indujese a la sensualidad. De natural irritable y emocional, esa austeridad convino, al parecer, a su carácter, y adquirió un perfecto dominio de sí mismo y de sus actos.

Cuando, al cumplir los doce años, el rey, alejado hasta entonces de su lado debido a sus constantes campañas militares, decidió dedicarse personalmente a su educación, se maravilló de encontrarse frente a un niño inteligente y valeroso, lleno de criterio, extraordinariamente dotado e interesado por cuanto ocurría a su alrededor. Era el momento justo de encargarle a Aristóteles la educación de su hijo. A partir de los trece años y hasta pasados los diecisiete, el príncipe prácticamente convivió con el filósofo. Estudió gramática, geometría, filosofía y, en especial, ética y política, aunque en este sentido el futuro rey no seguiría las concepciones de  su preceptor. Con los años, confesaría que Aristóteles le enseñó a «vivir dignamente»; siempre sintió por el pensador ateniense una sincera gratitud.

Aristóteles
Aristóteles le enseñó a además amar los poemas homéricos, en particular la Ilíada, que con el tiempo se convertiría en una verdadera obsesión del Alejandro adulto. El nuevo Aquiles fue en cierta ocasión interrogado por su maestro respecto a sus planes para con él cuando hubiera alcanzado el poder. El prudente Alejandro contestó que llegado el momento le daría respuesta, porque el hombre nunca puede estar seguro del futuro. Aristóteles, lejos de  alimentar suspicacias respecto a esta reticente réplica, quedó sumamente complacido y le profetizó que sería un gran rey.

La doma de Bucéfalo

Alejandro fue creciendo mientras los macedonios aumentaban sus dominios y Filipo su gloria. Desde temprana edad, su aspecto y su valor fueron parangonados con los de un león, y cuando contaba sólo quince años, según narra Plutarco, tuvo lugar una anécdota que anticipa su deslumbrante porvenir. Filipo quería comprar un caballo salvaje de hermosa estampa, pero ninguno de sus aguerridos jinetes era capaz de domarlo, de modo que había decidido renunciar a ello. Alejandro, encaprichado con el animal, quiso tener su oportunidad de montarlo, aunque su padre no creía que un muchacho triunfara donde los más veteranos habían fracasado. Ante el asombro de todos, el futuro conquistador de Persia subió a lomos del que sería su amigo inseparable durante muchos años, Bucéfalo, y galopó sobre él con inopinada facilidad

Un brillante estratega

Desde el año 380 a.C., un griego visionario, Isócrates, había predicado la necesidad de que se abandonaran las luchas intestinas en la península y de que se formara una liga panhelénica. Pero décadas después, el ateniense Demóstenes mostraba su preocupación por las conquistas de Filipo, que se había apoderado de la costa norte del Egeo. Demóstenes, enemigo declarado de Filipo, aprovechó el alejamiento para inducir a los atenienses a que se armasen contra los macedonios. Al enterarse el rey, partió con su hijo a Queronea y se batió con los atenienses. 
 
falanges tebanas
Las gloriosas falanges tebanas, invictas desde su formación por el genial Epaminondas, fueron completamente devastadas. Hasta el último soldado tebano murió en la batalla de Queronea, donde el joven Alejandro capitaneaba la caballería macedonia.

Alejandro supo ganarse la admiración de sus soldados en esta guerra y adquirió tal popularidad que los súbditos comentaban que Filipo seguía siendo su general, pero que su rey ya era Alejandro. Quinto Curcio cuenta que después del triunfo en Queronea, en donde el príncipe había dado muestras, pese a su juventud, de ser no sólo un heroico combatiente sino también un hábil estratega, su padre lo abrazó y con lágrimas en los ojos le dijo: «¡Hijo mío,  búscate otro reino que sea digno de ti. Macedonia es demasiado pequeña!».

Rey de Macedonia

Al comenzar el año 335, a sus veinte años y tras la muerte de su padre Filipo, se hacía con el reino de Macedonia. Casi un designio divino para comenzar por fin la vida de gloria a la que se sentía destinado. Y en seguida puso manos a la obra.

La conquista del Imperio Persa

Orfeo
Mientras preparaba su partida hacia Persia le comunicaron que la estatua de Orfeo, el tañedor de lira, sudaba, y Alejandro consultó a un adivino para averiguar el sentido de esta premonición. El augur le pronosticó un gran éxito en su empresa, porque la divinidad manifestaba con este signo que para los poetas del futuro resultaría arduo cantar sus hazañas. Después de encomendar a su general Antípatro que conservara Grecia en paz, en la  primavera del año 334 a.C. cruzó el Helesponto con treinta y siete mil hombres dispuestos a vengar las ofensas infligidas por los persas a su patria en el pasado. No regresaría jamás.

Alejandro ocupó Tesalia y declaró a las autoridades locales que el pueblo tesalo quedaría para siempre libre de impuestos. Juró también que, como Aquiles, acompañaría a sus soldados a tantas batallas como fueran necesarias para engrandecer y glorificar a la nación.

Alejandro y Diógenes

Alejandro y Diógenes
Cuando llegaron a Corinto, Alejandro sintió deseos de conocer a Diógenes, el gran filósofo, famoso por su proverbial desprecio por la riqueza y las convenciones, quien, aunque rondaba los ochenta años, conservaba sus facultades intelectuales. Sentado bajo un cobertizo, calentándose al sol, Diógenes miró al rey con total indiferencia. Según Plutarco, cuando el monarca le dijo: «Soy Alejandro, el rey», Diógenes le contestó: «Y yo soy Diógenes, el Cínico». «¿Puedo hacer algo por ti?», le preguntó Alejandro, y el filósofo respondió: «Sí, puedes hacerme la merced de marcharte, porque con tu sombra me estás quitando el sol». Más tarde el rey diría a sus amigos: «Si no fuese Alejandro, quisiera ser Diógenes».

El pirata y el Rey

Tiempo después, otra anécdota singular ofrece un nuevo diálogo legendario, pero esta vez con Diónides, pirata famoso entre los carios, los tirrenos y los griegos, quien, capturado y conducido a su presencia, no se arredró ante la amonestación del rey cuando éste le dijo: «¿Con qué derecho saqueas los mares?» Diónides le respondió: «Con el mismo con que tú saqueas la tierra»; «Pero yo soy un rey y tú sólo eres un pirata». «Los dos tenemos el  mismo oficio -contestó Diónides-. Si los dioses hubiesen hecho de mí un rey y de ti un pirata, yo sería quizá mejor soberano que tú, mientras que tú no serías jamás un pirata hábil y sin prejuicios como lo soy yo.» Dicen que Alejandro, por toda respuesta, lo perdonó.

El nudo gordiano

Alejandro cortando el nudo gordiano
A comienzos de 333, Alejandro llegó con su ejército a Gordión, ciudad que fuera corte del legendario rey Midas e importante puesto comercial entre Jonia y Persia. Allí los gordianos plantearon al invasor un dilema en apariencia irresoluble. Un intrincado nudo ataba el yugo al carro de Gordio, rey de Frigia, y desde antiguo se afirmaba que quien fuera capaz de deshacerlo dominaría el mundo. Todos habían fracasado hasta entonces, pero el intrépido  Alejandro no pudo sustraerse a la tentación de desentrañar el acertijo. De un certero y violento golpe ejecutado con el filo de su espada, cortó la cuerda, y luego comentó con sorna: "Era así de sencillo." Alejandro afirmó así sus pretensiones de dominio universal.

El demonio del imperio persa

Dario I
Cruzó el Taurus, franqueó Cilicia y, en otoño del año 333 a.C., tuvo lugar en la llanura de Issos la gran batalla contra Darío, rey de Persia. Antes del enfrentamiento arengó a sus tropas, temerosas por la abultada superioridad numérica del enemigo. Alejandro confiaba en la victoria porque estaba convencido de que nada podían las muchedumbres contra la inteligencia, y de que un golpe de audacia vendría a decantar la balanza del lado de los  griegos. Cuando el resultado de la contienda era todavía incierto, el cobarde Darío huyó, abandonando a sus hombres a la catástrofe. Las ciudades fueron saqueadas y la mujer y las hijas del rey fueron apresadas como rehenes, de modo que Darío se vio obligado a presentar a Alejandro unas condiciones de paz extraordinariamente ventajosas para el victorioso macedonio. Le concedía la parte occidental de su imperio y la más hermosa de sus hijas como esposa. Al noble Parmenión le pareció una oferta satisfactoria, y aconsejó a su jefe: "Si yo fuera Alejandro, aceptaría." A lo cual éste replicó: "Y yo también si fuera Parmenión."

Alejandro ambicionaba dominar toda Persia y no podía conformarse con ese honroso tratado. Para ello debía hacerse con el control del Mediterráneo oriental. Destruyó la ciudad de Tiro tras siete meses de asedio, tomó Jerusalén y penetró en Egipto sin hallar resistencia alguna: precedido de su fama como vencedor de los persas, fue acogido como un libertador. Alejandro se presentó a sí mismo como protector de la antigua religión de Amón y, tras visitar el templo del oráculo de Zeus Amón en el oasis de Siwa, situado en el desierto Líbico, se proclamó su filiación divina al más puro estilo faraónico.

El oráculo de Zeus Amón
 
Oráculo de Zeus Amón
Aquella visita a un santuario, cuyo dios titular no era puramente egipcio, tenía una indudable finalidad política. Alejandro Magno, como buen político, no podía dejar pasar la oportunidad de aumentar su prestigio y popularidad entre los helenos, muchos de los cuales eran reacios a su persona. Se cuenta que después de haber solicitado la consulta del oráculo, el sacerdote le respondió con el saludo reservado a los faraones tratándole como "hijo de Amón". A continuación (sigue la leyenda), penetró solo en el interior del edificio y escuchó atentamente la respuesta "conforme a su deseo", como el propio Alejandro declararía. Sobre esta visita y sobre el alcance de la profecía se han vertido ríos de tinta. La mayoría de los historiadores coinciden en señalar que allí el oráculo habría informado al macedonio de su origen divino, y predicho la creación de su Imperio Universal. El hecho es que no se conoce ningún texto que proporcione información acerca de las palabras del oráculo.
 
Marcando los limites de Alejandria
Al regresar por el extremo occidental del delta, fundó, en un admirable paraje natural, la ciudad de Alejandría, que se convirtió en la más prestigiosa en tiempos helenísticos. Para determinar su emplazamiento contó con la inspiración de Homero. Solía decir que el poeta se le había aparecido en sueños para recordarle unos versos de la Ilíada: "En el undoso y resonante Ponto / hay una isla a Egipto contrapuesta / de Faro con el nombre distinguida." 

En la isla de Faro y en la costa próxima planeó la ciudad que habría de ser la capital del helenismo y el punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Como no pudieron delimitar el perímetro urbano con cal, Alejandro decidió utilizar harina, pero las aves acudieron a comérsela destruyendo los límites establecidos.  Este acontecimiento fue interpretado como un augurio de que la influencia de Alejandría se extendería por toda la Tierra.

La conquista de Oriente.

En la primavera de 331 ya hacía tres años que había dejado Macedonia, con Antípatro como regente; pero ni entonces ni después parece haber pensado en regresar. Prosiguió su exploración atravesando el Éufrates y el Tigris, y en la llanura de Gaugamela se enfrentó al último de los ejércitos de Darío, llevando a su fin, en la batalla de Arbelas, a la dinastía aqueménida. Las impresionantes tropas persas contaban en esta ocasión con una aterradora fuerza de choque: elefantes.

batalla de Arbelas
Parmenión era partidario de atacar amparados por la oscuridad, pero Alejandro no quería ocultar al sol sus victorias. Aquella noche durmió confiado y tranquilo mientras sus hombres se admiraban de su extraña serenidad. Había madurado un plan genial para evitar las maniobras del enemigo. Su mejor arma era la rapidez de la caballería, pero también contaba con la escasa entereza de su contrincante y planeaba descabezar el ejército a la primera oportunidad. Efectivamente, Darío volvió a mostrarse débil y huyó ante la proximidad de Alejandro,  sufriendo una nueva e infamante derrota.

Alejandro sometió entonces las provincias orientales y prosiguió su marcha hacia el este. Muchas fueron las anécdotas y leyendas que a partir de entonces fueron acumulándose alrededor de este semidiós que parecía invencible. La historia da cuenta de que vistió la estola persa, ropaje extraño a las costumbres griegas, para simbolizar que era rey tanto de unos como de otros. Sabemos que, movido por la venganza, mandó quemar la ciudad de  Persépolis; y que se casó con una princesa persa, Roxana, contraviniendo las expectativas de los griegos. Alejandro incluso se internó en la India, donde hubo de combatir contra el noble rey hindú Poros. Como consecuencia de la trágica batalla, murió su fiel caballo Bucéfalo, en cuyo honor fundó una ciudad llamada Bucefalia.


Territorio conquistado por Alejandro Magno
La Armada perdida de Alejandro Magno

En el año 234 a. de C., Alejandro Magno, tras haber extendido sus conquistas tan lejos como hasta la India occidental, ordenó al almirante Nearco que regresase al golfo Pérsico y transportase a las agotadas y diezmadas tropas griegas de regreso a Grecia. Sin embargo, parte de la armada naval jamás llegó a su patria. Algunos historiadores especulan acerca de que sus naves continuaron más allá de la India, hasta el océano Pacífico, y que en su momento arribarían a Tahití y Hawai. Existen algunas evidencias que avalan la idea de que los griegos  realizaron todo el trayecto hasta la costa occidental de las Américas.

Viajes de Nearco

En la costa este de Norteamérica, los primeros hombres blancos en llegar a las costas de Maryland y Virginia descubrieron un río al que los nativos llamaban Potomac. De manera similar, la palabra griega para río, lo cual es ya de por sí bastante raro, es potamós. Cuando los conquistadores españoles del siglo XVI invadieron el imperio azteca, por ejemplo, se enteraron que la palabra para los templos de las pirámides aztecas era teocalli, con el significado de «morada de los dioses». Estudios posteriores por parte de los historiadores, revelaron que teocalli es notablemente parecido a las dos voces griegas théos y kalías, que, empleadas juntas, también tienen el mismo significado que teocalli.

Y, en Hawai, cierto número de palabras, como aeto (águila), mele (canción) y nu-nu (inteligencia) están sorprendentemente cerca de las palabras griegas con el mismo significado: aetós, melodía y nous. Además, los cascos hawaianos para la guerra, aunque diseñados en madera y plumas, en vez de ser metálicos y con pelo de caballo, resultaban casi idénticos a los de sus colegas griegos.

La simple, pero intrigante explicación para el parecido del idioma griego y de los artefactos en culturas muy alejadas, se centra en torno de Alejandro, conquistador de la mayor parte del mundo antiguo. Tras haber aplastado al poderoso Imperio persa, las tropas terrestres de Alejandro siguieron hacia el este y el norte de la India, en lo que hoy son Estados de la CEI (ex URSS). Mientras tanto, su armada de 88 navíos, al mando del almirante Nearco,  exploraron la costa de la India.

Si los griegos llegaron a abrirse camino hasta las tierras del Pacífico Sur y de las Américas, probablemente habrían parecido semidioses, y su idioma y arte serían lo bastante valiosos como para ser adoptados por las culturas nativas.

La muerte de un rey invencible

Muerte de Alejandro magno
El 13 de junio del 323 a. C. (10, según otros autores), Alejandro murió en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia. Le faltaba poco más de un mes para cumplir los 33 años de edad. Existen varias teorías sobre la causa de su muerte, que incluyen envenenamiento por parte de los hijos de Antípatro (Casandro y Yolas, siendo éste último, copero de Alejandro) u otros, enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del Nilo), o una recaída de la  malaria que contrajo en el 336 a. C. Se sabe que el 2 de junio Alejandro participó en un banquete organizado por su amigo Medio de Larisa. Tras beber copiosamente, inmediatamente antes o después de su baño, le metieron en la cama por encontrarse gravemente enfermo. Los rumores de su enfermedad circulaban entre las tropas, que se pusieron cada vez más nerviosas.

El 12 de junio, los generales decidieron dejar pasar a los soldados para que vieran a su rey vivo por última vez, de uno en uno. Ya que el rey estaba demasiado enfermo como para hablar, les hacía gestos de reconocimiento con la mirada y las manos. Al día siguiente, Alejandro ya estaba muerto. Al morir sólo dijo esto: "Preveo un gran funeral en mi honor". Y respondió la última pregunta unos minutos antes de morir: ¿Cuál es tu testamento? ¿a quién se lo dejas?, a lo que respondió: "Al más digno".

Testamento

Algunos autores clásicos, como Diodoro, relatan que Alejandro dio detalladas instrucciones por escrito a Crátero poco antes de su muerte. Aunque Crátero ya había empezado a cumplir órdenes de Alejandro, como la construcción de una flota en Cilicia para realizar una expedición contra Cartago, los sucesores de Alejandro decidieron no llevarlas a cabo, basándose en que eran poco prácticas y extravagantes. El testamento, descrito en el libro XVIII de Diodoro, pedía expandir el imperio por el sur y el oeste del Mediterráneo, hacer construcciones monumentales y mezclar las razas occidentales y orientales. Sus puntos más interesantes fueron:

Completar el monumento funerario en honor a Hefestión;

Construir «mil barcos de guerra, más grandes que los trirremes, en Fenicia, Siria, Cilicia y Chipre para la campaña contra los cartagineses y aquellos que viven por la costa de Libia e Iberia y las regiones costeras que se extienden hasta Sicilia»;

Construir una carretera desde el norte de África hasta las columnas de Heracles, con puertos y astilleros alrededor;

Erigir grandes templos en Delos, Delfos, Dodona, Dión, Anfípolis, Cirno e Ilión;

Construir una tumba monumental «que rivalice con las pirámides de Egipto» para su padre Filipo;

Establecer ciudades y «llevar poblaciones de Asia a Europa y también en la dirección opuesta de Europa a Asia, para traer unidad y amistad al continente más extenso a través de enlaces matrimoniales y la unión familiar».


Tumba

El cuerpo de Alejandro se colocó en un sarcófago antropomorfo de oro, que se puso a su vez en otro ataúd de oro y se cubrió con una capa púrpura. Pusieron este ataúd junto con su armadura en un carruaje dorado que tenía un techo abovedado soportado por peristilos jónicos. La decoración del carruaje era muy lujosa y fue descrita por Diodoro con gran detalle.

Según una leyenda, se conservó el cadáver de Alejandro en un recipiente de arcilla lleno de miel (que puede actuar como conservante) e introducido en un ataúd de cristal. Claudio Eliano cuenta que Ptolomeo robó el cuerpo mientras lo llevaban a Macedonia y lo trajo a Alejandría, donde se mostró hasta la Antigüedad Tardía.52 Ptolomeo IX, uno de los últimos sucesores de Ptolomeo I, reemplazó el sarcófago de Alejandro por uno de cristal, y fundió el oro del  original para acuñar monedas y saldar deudas que surgieron durante su reinado. Los ciudadanos de Alejandría se mostraron horrorizados por esto y poco después Ptolomeo IX fue asesinado.

Se dice que el emperador romano Calígula saqueó la tumba, robando la coraza de Alejandro para ponérsela. Alrededor del 200 d. C., el emperador Septimio Severo cerró la tumba de Alejandro al público. Su hijo y sucesor, Caracalla, admiraba mucho a Alejandro y visitó la tumba durante su reinado. Tras esto, los detalles sobre el destino de la tumba son confusos.

Ahora se piensa que el llamado «Sarcófago de Alejandro», descubierto cerca de Sidón y ahora situado en el Museo Arqueológico de Estambul, pertenecía en realidad a Abdalónimo, a quien Hefestión nombró rey de Sidón por orden de Alejandro. El sarcófago muestra a Alejandro y a sus compañeros cazando y luchando contra los persas.

Y para finalizar unas curiosidades:

  • Julio César y Octavio Augusto eran grandes seguidores de Alejandro Magno. Octavio al encontrar la tumba del rey macedonio le colocó una corona de oro a la momia del conquistador y, al besarlo le rompió la nariz accidentalmente.
  • Cuando visitó Troya, Alejandro Magno depositó una ofrenda en la tumba de Aquiles, a quien respetaba y admiraba.
  • Nunca perdió una batalla durante su vida.
  • El rey de Macedonia tuvo tres mujeres que se llamaron Roxana, Statiera y Parysatis.
  • En una baraja existen cuatro clases de reyes: picas, corazones, diamantes y tréboles. Cada carta representa a los grandes reyes de la historia que son: el rey David, Carlomagno, Julio César y Alejandro Magno.
  • Antes de su muerte, Alejandro había planeado volver hacia el oeste y conquistar Europa además de querer continuar la expansión hacia el Oriente y encontrar el fin del mundo, idea que su tutor durante la niñez, Aristóteles, le había inculcado contándole historias sobre un lugar donde la Tierra acababa y empezaba el Gran Mar Exterior.
  • El grupo de heavy metal, Iron Maiden, tienen una canción titulada Alexander the Great que narra la vida del rey macedonio.

martes, 29 de abril de 2014

Moll Dyer es el nombre una residente "legendaria" en el Siglo 18 en Leonardtown, Maryland, quien fue acusada de brujeria y sacada de su casa por una turba de gente durante una fria noche de invierno. No existen records historicos que prueben la existencia real de Moll Dyer y la mayoria de las historias no coinciden en su origen.

La historia mas popular dice que ella era una noble que llego sola a la colonia en Maryland escapando de un misterioso pasado. Consiguio una cabaña en las afueras de lo que en ese entonces era Seymortown. Su forma de vida alejada de la gente, su pasado desconocido, al igual que su reputacion como curadora herbal levanto la sospecha de la gente del pueblo, quienes la catalogaron como bruja.
 
En el pueblo empezaron a echarle la culpa de todos sus infortunios y problemas a la "bruja". El invierno de 1697 fue bastante intenso. La comida escaseaba y muchas personas del pueblo murieron. La gente del pueblo sospecharon que Dyer maldijo al pueblo y luego de que una epidemia arrasara con el area, matando a muchos, una turba de gente iracunda decidieron deshacerse de ella.
 
En el medio de la fria noche de invierno, cercaron la cabaña y le prendieron fuego. Moll Dyer huyo del fuego escapando a los bosques cercanos. Exhausta y congelandose, se arrodillo al lado de una enorme roca y colocando una mano encima de ella, levanto la otra mano y maldijo a esa tierra y a sus perseguidores. Fue encontrada dias despues, congelada, por un niño que estaba buscando ganado que se habia escapado.

Cuando su cuerpo fue removido, la marca de su mano y rodillas quedaron marcadas en la piedra como un recordatorio del destino final y maldicion de la mujer. En las noches mas frias del año, casi siempre en febrero, la gente cuenta de avistamientos de una mujer de largos cabellos blancos, en un traje blanco, caminando por los campos y bosques cercanos, con un perro, al sur del pueblo.
 
Automovilistas han informado ver a una mujer corriendo atravesando el Moll Dyer Road. En 1975, historiadores localizaron lo que ellos aseguraban, eran los restos de la cabaña de Moll Dyer. A corta distancia de ahi, encontraron un peñon de 875 libras en un area boscosa y en donde se decia se podia ver las marcas de las rodillas y la mano.

La roca fue transportada al patio del juzgado, en frente de la vieja carcel 1848, la cual ahora sirve como sede de la Sociedad Historiadora del condado de St. Mary.

La roca sigue en pie en ese lugar hasta la fecha. Aunque no hay huellas visiblesen la enorme roca, si existen reportes de gente sintiendose mal al estar alrededor de ella. Se habla de camaras funcionando mal al tratar de tomarle fotos a la roca y otros han informado de sentir terribles dolores al pararse al lado de la roca.

lunes, 28 de abril de 2014

Oliver, el Humancé

Humancé (también humanzee, manpanzee o chuman) es un término usado para referirse a los híbridos hipotéticos entre humano y chimpancé y, particularmente, a un peculiar simio de nombre Oliver que fue popularizado en los años 1970 como un posible híbrido auténtico. Supuestamente, Oliver presentaba características excepcionales en un simio, como su costumbre de caminar siempre erguido como los humanos y su gran inteligencia. Esto hizo de Oliver un enigma para la ciencia y también, por desgracia, una sometida estrella del show business y del morbo del público.

Un episodio del programa Unsolved History, transmitido por Discovery Channel el 27 de marzo de 1998, se refirió a la historia de Oliver y mostró los videos que corroboraban su existencia real y su extraña conducta que lo hacía diferente de los chimpancés. Oliver ya no vive y se encontraba bajo el cuidado de la institución Primarily Primates de Texas.

Historia

Se trataba de un primate muy conocido en los años 1970 que, según se dice, fue capturado en África, específicamente en la región del Congo, y vendido como un chimpancé.

Supuestamente, Oliver presentaba una apariencia distinta a la de otros chimpancés: tenía menos pelo, un hocico menos pronunciado (le habían quitado los dientes incisivos), un cráneo más pequeño y redondo, y orejas puntiagudas (un rasgo poco frecuente tanto en chimpancés como en humanos). Algunas de estas características le daban un aspecto notablemente humano a Oliver, en comparación con el resto de los chimpancés.

Pero estos atributos no eran los únicos que lo hacían especial. Oliver presentaba también comportamientos humanos, tales como caminar erguido (algo que los simios solo hacen durante cortos períodos de tiempo) o sentarse en sillas como los humanos. Supuestamente, también estaba dotado de una gran inteligencia en comparación a otros simios, con la cual podía recibir órdenes complejas y ejecutarlas. También tenía, según afirmaron algunas personas, un olor inusual, distinto al olor de los chimpancés y al de los seres humanos.

Asimismo, Oliver disfrutaba más de la presencia de los humanos que de la de los chimpancés. Incluso se decía que era atraído sexualmente por las humanas y no por las hembras de chimpancés, como asegura Janet Berger, esposa del primer dueño de Oliver, quien asegura haber tenido que repeler sus avances constantemente.1 Además, los chimpancés rechazaban la presencia de Oliver, por lo cual nunca se logró su reproducción.

Se afirma que Oliver ayudaba en las tareas de la casa, pero cuando empezó a demostrar interés sexual por la esposa del dueño del circo fue vendido en 1976 a un abogado de Nueva York llamado Michael Molineroy. Al pasar los años fue vendido sucesivamente hasta llegar a un laboratorio de experimentación animal. Afortunadamente, quizás debido a un exceso de animales para experimentación, Oliver nunca fue requerido para probar los efectos de algún cosmético o medicamento, pero igualmente estuvo confinado por siete años en una pequeña jaula. Oliver fue nuevamente descubierto y por fin retirado del laboratorio en 1996, pero debido a la carencia de movimiento en cautiverio sus músculos se habían atrofiado. Luego de ser rescatado, fue enviado a un hogar de retiro para chimpancés. Allí, finalmente se le realizaron pruebas científicas más creíbles y fiables para tratar de despejar la discusión sobre las numerosas hipótesis sobre su origen.

Hipótesis

Se propusieron distintas hipótesis para explicar las peculiaridades de Oliver:

Oliver como simio mutante: Oliver sería un chimpancé nacido con una mutación espontánea que le otorgaba similitudes con los seres humanos, lo cual podría ayudar a explicar la evolución del hombre.

Oliver como miembro de una especie nueva: Oliver habría sido un espécimen capturado que correspondería a una nueva subespecie de chimpancé o especie de primate. Incluso algunos criptozoólogos postulan que puede ser el eslabón perdido de los humanos y el origen de las muchas leyendas de hombres monos en África.

Oliver como chimpancé: los rasgos físicos de Oliver no parecen estar fuera del rango normal de variación de la especie Pan troglodytes. Los rasgos de comportamiento y su inteligencia, por otra parte, podrían haber sido exagerados (algunos, directamente inventados) por quienes lo exhibían, lo visitaban o le hacían reportajes. Hoy en día se conocen, de todas formas, bastantes casos de chimpancés muy inteligentes. En cuanto a la bipedestación, es una capacidad natural de todos los chimpancés (aunque se cansan con facilidad) y lo utilizan con relativa frecuencia los bonobos. Se dijo que Oliver siempre utilizaba esta forma de locomoción, aunque la veracidad de esta afirmación es difícilmente comprobable. Podría haber sido entrenado para caminar de pie o quizá fue el fruto de un aprendizaje espontáneo.

Investigación científica

Las pruebas genéticas realizadas a Oliver revelaron primeramente que tenía cuarenta y siete cromosomas (uno más que un ser humano y uno menos que un chimpancé). El número impar de cromosomas sugeriría fuertemente una hibridación de una cierta clase. Pero posteriormente, luego de varias pruebas que se contradecían entre sí, los análisis que se realizaron en la Universidad de Chicago concluyeron que, a pesar de la apariencia y conducta extraña de Oliver, se trataba de un chimpancé y no de un híbrido, ya que tenía el mismo número de cromosomas que los chimpancés normales.

Así, estos estudios descartaron la hipótesis del híbrido pero no descartaron las hipótesis del simio mutante o de de la especie desconocida, así como tampoco descartaron que se tratase de un chimpancé común con alguna combinación casual de rasgos poco usuales.

Posteriormente se realizaron dos estudios más específicos para conocer la naturaleza más específica de los padres de Oliver, a través de analisís del ADN mitocondrial (origen materno) y de Cromosoma Y (origen paterno), descubriendo una pequeña mutación en el ADN mitocondrial y concluyéndose que sus padres están relacionados con chimpancés de África central. Queda actualmente como interrogante la explicación sobre su particular bipedismo y morfología, además de otras características que se le atribuyeron a este chimpancé.

viernes, 25 de abril de 2014

El 3 de julio de 1947, un comité soviético de expertos seleccionó a Kapustin Yar, una desolada zona situada a unos 100 km de Volvogrado (en ese momento Stalingrado), como polígono de pruebas para los cohetes A-4 nazis. Desde esta base militar despegó en 1948 el primer misil balístico soviético, el R-1, que era la copia rusa del V-2 nazi.

Kapustin Yar fue el beneficiario del creciente interés por parte de Stalin en la ciencia de los cohetes como medio capaz de ofrecer a la URSS una cierta ventaja estratégica ante los EE UU en la Guerra Fría. El sueño de Stalin se hizo realidad cuando en 1955 se presentó el cohete R-5, el primer misil nuclear de la URSS. El 16 de marzo de 1962 Kapustin Yar se convirtió oficialmente en el segundo cosmódromo de la Unión Soviética, al poner en órbita un cohete Kosmos (63S1).
 
Kapustin Yar
Sin embargo, con la inauguración del cosmódromo de Plesetsk en 1966, el ritmo de lanzamientos espaciales en Kapustin Yar fue decreciendo paulatinamente. Tras la caída de la URSS, las dificultades económicas tuvieron como consecuencia el casi total abandono de las actividades espaciales en esta base, y en 1999 se produjo el último lanzamiento de un cohete Kosmos 3M. Parecía el final del viejo cosmódromo.

Ésta es la versión oficial sobre cuales eran las actividades que se desarrollaban dentro de las instalaciones de este cosmódromo soviético. Sin embargo existe una versión no oficial, que es mucho más divertida...

Tunguska
En 1908 un objeto explotó en el cielo sobre el lago Tunguska, arrasando miles de kilómetros cuadrados de taiga en una explosión de una potencia equivalente a varias bombas nucleares como la que los americanos lanzaron sobre Hiroshima.

Una de sus primeras medidas secretas de Stalin, fue la de organizar una expedición a Tugunska con la intención de recabar información que pudiera ser útil para el avance tecnológico del Ejercito Rojo.

El científico a cargo de la investigación confirmó el suceso OVNI en Tunguska (como no podía ser de otra manera pues en caso contrario le habían prometido un bonito laboratorio perfectamente equipado en Siberia para continuar sus interesantes investigaciones), y Stalin, emocionado, ordenó a la Fuerza Aérea Soviética derribar cualquier objeto volante que sobrevolase cielo ruso. Quería capturar un OVNI.
 
Contenido del Hangar de Kapustin Yar
En 1947, un OVNI con forma de cilindro es derribado en los alrededores del pueblo de Kapustin Yar. Inmediatamente, Stalin ordena el desalojo del pueblo y la construcción de una base militar en el mismo lugar donde había caído el aparato extraterrestre. Es interesante la forma de pensar de los rusos: en vez de trasladar el UFO a una zona militar secreta cercana para estudiarlo con tranquilidad (al puro estilo Roswell), ordenan construir una zona militar secreta alrededor del UFO.

En 1950, poco después de haber comenzado a funcionar la base, una nave no identificada invadió el cielo de Kapustin Yar. Como es natural, se produjo el despegue inmediato de un MIG 19 con la finalidad de interceptarlo. La orden que tenían los pilotos soviéticos era la de derribar cualquier intruso en el espacio aéreo de la base, por lo que el piloto, luego de identificar al invasor como un objeto de una luminosidad tal que resultaba cegador, dispara un cohete que llega a destino. Mientras caía, el OVNI dispara contra el MIG, al que logró derribar. Los ufólogos sostienen que dicha nave espacial fue recuperada y que fue llevada a ya famoso hangar.

Curiosamente a raíz de estos sucesos la URSS alcanza su apogeo tecnológico: se desarrollan los primeros misiles nucleares intercontinentales rusos, empieza a desarrollarse el proyecto espacial ruso (el cual en pocos años consigue enviar al primer hombre en el espacio), etc.

Pero aquí empieza lo realmente bueno:

Tras la construcción de la base secreta de Kapustin Yar, y debido a que la orden de derribar OVNIS de Stalin continuaba en vigor, se desarrollaron verdaderas batallas aereas entre MIG rusos y OVNIS que intentaban destruir la base en represalia a la agresión rusa. Al parecer se libraron varias luchas al más puro estilo Star Wars, en las que se perdieron algunos MIGs pero en las que tambien cayeron OVNIS, todos ellos con forma de cilindro.

Supuesto Ovni Derribado
Con razón los americanos estaban perocupados por la potencia aérea de los MIGs. En el año 1968 la base fue atacada por OVNIS que consiguieron destruir cuatro de sus silos, pero que no lograron hacer explotar ninguna de sus cabezas nucleares. Finalmente los cazas MIG lograron espantar a los alienígenas. Durante un tiempo las batallas y avistamientos cesaron, pero en el año 1989 un OVNI sobrevoló de nuevo Kapustin Yar, disparando rayos de energía hacia varios hangares y edificios de la base, sin destruir u ocasionar daño alguno.


Se cree que estas fotos son un HOAX
¿qué ha pasado con los extraterrestres capturados por los rusos?. Yo creo que si cogieron a alguno con vida, y tal como se las gastaba el KGB, el bicho no se iba a ir de rositas. Entonces, ¿se podría decir que existen o existieron alienígenas comunistas?.

Si queréis más información sobre el llamado Roswell soviético, aquí podéis ver un documental que es muy entretenido. Dura 40 minutos, mas o menos, y está en español. Vale la pena.


lunes, 14 de abril de 2014

Muertes curiosas

Poderosos, ricos, guerreros invencibles...  muchos pasaron a la Historia por las hazañas que realizaron en vida, y sin embargo, cosas del destino, fueron sorprendidos por la muerte en circunstancias ... digamos que curiosas.

Atila: el rey de los Hunos, feroz enemigo de los imperios romanos de oriente y occidente, forjó un gran imperio y pasó a la historia como aquel que "por donde pisaba nunca volvía a crecer la hierba".
Atila
Pues bien, lo que no pudieron hacer sus enemigos, lo hizo una simple hemorragia nasal: en su noche de bodas tras los festejos y probablemente ebrio, Atila se quedó dormido profundamente con tan mala suerte que comenzó a sangrar por la nariz, hasta asfixiarse.


Federico I, "Barbarroja": rey de Alemania en 1152 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a partir de 1155, orgulloso hasta el extremo de oponerse al
Barbarroja
Papa, lo que le costó la excomunión. Gobernante contundente y defensor de la cristiandad, participó en la tercera cruzada y fue artífice de grandes victorias frente a los musulmanes.
Se cuenta que, encontrándose fatigado por el día caluroso, decidió darse un baño en el río Saleph. Otras versiones dicen que accidentalmente se cayó del caballo al atravesar el río, pero fuera lo que fuese el contacto con el agua helada le produjo un colapso que causó su muerte inmediata.

Enrique I de Castilla: En 1214, con la tierna edad de 10 años, ascendió al trono de Castilla en medio de intrigas
Enrique I
palaciegas e intentos frustrados de matrimonio. Cuando ya estaba acordado su matrimonio de conveniencia, las intrigas se acabaron bruscamente en 1217, cuando le cayó accidentalmente una teja en la cabeza mientras jugaba con sus amigos.

Felipe IV de Francia, "El Hermoso" pasó a la historia como el rey que con su avaricia propició el fin de la orden del Temple mediante artimañas y falsas
Felipe IV de Francia
acusaciones. Cuenta la leyenda que el Gran Maestre le maldijo justo antes de morir y le emplazó al juicio de Dios en el plazo de un año. Pues bien, el rey Felipe, mientras cazaba a caballo en el bosque de Fonteuneubleau, no se percató de la presencia de una rama baja que le golpeó el pecho y le tiró del caballo, con una lesión medular que le produjo la muerte.

No se queda atrás su homónimo Felipe I de España, "El Hermoso": esposo de Juana la Loca, a él se culpa de la locura de la reina por sus contínuas infidelidades. Aunque intentó sin éxito incapacitar a su
Felipe I de España
esposa para reinar, gobernó sin tenerla prácticamente en cuenta, hasta que, un caluroso día, en una fragorosa partida de bolos, se bebió de golpe un jarro de agua helada, comenzó con fiebre elevada y confusión y falleció en escasos días.

Ludovico Pío: tercer hijo y sucesor de Carlomagno, es sobre todo conocido por su victoria y conquista de Barcelona en el año 801,
Ludovico Pío
fundando el Condado de Barcelona. Pues bien, este feroz guerrero falleció en el año 840 por el pánico que le produjo la visión de un eclipse solar.

Papa Juan XXI: es el llamado papa médico, tenía amplios conocimientos científicos y médicos. Culto y erudito. Su muerte está rodeada de misterio, ya que el 14 de mayo de 1277, las paredes
Papa Juan XXI
y el techo de su departamento privado se le vinieron encima sin motivo aparente. Las malas lenguas dicen que en ese momento se encontraba practicando artes mágicas o experimentos.

Duque de Clarence
En 1478 el duque de Clarence, hermano del rey Eduardo IV de Inglaterra, fue acusado de conspirar contra el rey y condenado a muerte. Debido a su fama de amante de la buena bebida, cuenta la leyenda que la pena fue el ahogamiento en un barril de vino.

Tycho Brahe,  muchas fuentes históricas citan como causa de su muerte una infección de orina padecida en 1601, al no ausentarse de una cena en Praga por educación y respeto. La larga cena le ocasionó una fuerte cistitis que le postró en cama con fiebres elevadas durante 71 días. Es muy probable,
Tycho Brahe
además, que Tycho muriera por envenenamiento de mercurio por sus propias medicinas, tratando de recuperarse de sus problemas urinarios.

Li Po
El poeta chino Li Po es considerado uno de los dos más grandes de la historia literaria china. Era muy conocido por su amor al licor y se sabe que escribió muchos de sus grandes poemas mientras estaba borracho. Y en ese estado se encontraba la noche en que cayó de su bote y se ahogó en el río Yangt-ze al intentar abrazar el reflejo de la luna en el agua.

Después de la guerra civil norteamericana, el controvertido político Clement Vallandigham, de Ohio, se transformó en un exitoso abogado que rara vez perdía un caso. En 1871 defendió a Thomas McGehan,
Clement Vallandigham
acusado de disparar contra un tal Tom Myers durante una disputa en un bar. La defensa de Vallandigham se basaba en que Myers se había disparado a sí mismo al empuñar su pistola cuando estaba arrodillado. Para convencer al jurado, Vallandigham decidió demostrar su teoría. Desafortunadamente, utilizó por error una pistola cargada y terminó disparándose a sí mismo. Con su muerte, Vallandigham demostró la teoría del disparo accidental y consiguió exonerar a su cliente.
Adolfo Federico

El rey Adolfo Federico de Suecia amaba comer y murió por ello. Conocido como “El rey que comió hasta morir”, falleció en 1771 a la edad de 61 años a causa de un problema digestivo luego de comer una cena gigantesca consistente de langosta, caviar, chucrut, sopa de repollo, ciervo ahumado, champaña y catorce platos de su postre preferido: semia, relleno de mazapán y leche.

Crisipo. Este filósofo griego fue una de las principales figuras de los estoicos y además, según nos cuenta la historia, era un fiestero de narices. Y eso fue lo que a la postre acabó con su vida, pero no por cirrosis, sino por culpa de un burro y unos higos.
Crisipo
Dice la leyenda que en una fiesta, Crisipo y sus amigos emborracharon a un asno, que después trató de comerse unos higos. Por lo visto, esto debe de ser lo más divertido del mundo entero porque nuestro amigo Crisipo empezó a reírse de tal manera que cayó fulminado al suelo y murió al instante.

Yusuf Ishmaeld fue un gigantesco luchador turco que llegó a fines del siglo XIX a los Estados Unidos para realizar una serie de combates. Mal no le fue. Venció al campeón de lucha Evan Lewis y, también, al campeón de lucha grecorromana Ernest Roeber.

Yusuf Ishmaeld
Yusuf, tenía la costumbre de convertir todo el dinero ganado en monedas de oro, las cuales guardaba en un cinturón de enormes proporciones que llevaba siempre puesto.

De regreso a su país, apenas a unos metros de la costa, el barco en el que viajaba colicionó con un buque inglés en aguas del Atlántico norte. Ante el inminente hundimiento, todos los pasajeros debieron saltar por la borda y nadar hasta los botes de rescate.

El luchador turco también lo hizo, pero el peso de su cinturón le impedía mantenerse a flote. A pesar de saber que si no lo soltaba moriría ahogado, Yusuf prefirió irse con su preciosa carga al fondo del mar.

Esquilo
 Esquilo. Este importante dramaturgo griego decidió exiliarse al campo después de que el oráculo predijese que iba a fallecer aplastado por una casa. Según la leyenda, poco tiempo después un quebrantahuesos dejó caer una tortuga desde gran altura justo sobre el lugar en el que se encontraba Esquilo. El quelonio golpeó contra su cráneo ocasionándole una muerte instantánea. El oráculo no se había equivocado.

En 1991 en Tailandia una mujer de 57 años de nombre Yooket Paen estaba caminando por su granja cuando resbaló en excremento de vaca, se agarró de un cable con tensión y murió electrocutada. Después de su funeral, la hermana de Yooket les estaba mostrando a unos vecinos cómo había sido el accidente, ella también se resbaló, se agarró del mismo cable y también murió.

Para acabar, una cadena de muertes bizarras que, por su impactante efecto dominó, fue tema de conversación durante semanas. Algunos la recordarán, sucedió en Buenos Aires, en 1988.
Una familia de apellido Montoya, que vivía en un piso trece del barrio de Caballito, se había ido de vacaciones dejando en el departamento a su pequeño perrito.

Un amable vecino se encargaba de darle de comer todos los días. Sin embargo, el perro tuvo la mala idea de salir al balcón, donde perdió el equilibrio y cayó. Una mujer de 75 años, recibió el impacto perruno y murió en el acto, concentrando un grupo de gente que, como sucede en esos casos, corre hacia el lugar, entre gritos y pedidos de auxilio.

Una de esas personas fue Edith Solá de 46 años, quien cruzó la avenida sin cuidado y fue atropellada por un colectivo. La mujer murió instantáneamente, pero como no hay dos sin tres (sin contar al perro, claro) un anciano, al ver el horrible espectáculo, sufrió un ataque cardíaco falleciendo camino al hospital.
Uno de los testigos entrevistados remató el hecho con una frase memorable: “parecía un atentado, había cadáveres por todos lados!“.