viernes, 8 de noviembre de 2013

Las lámparas de Dendera

A menudo la curiosidad y la sorpresa han hecho acto de presencia cuando se trata de averiguar cómo en el antiguo Egipto se logró tal perfección artística y técnica en condiciones de total oscuridad, dentro de los numerosos corredores subterráneos que podemos encontrar en infinidad de tumbas de diferentes necrópolis. Tal vez el ejemplo más representativo lo tengamos en las proximidades de Luxor, en el conocido Valle de los Reyes. ¿De total oscuridad?, se preguntaran algunos, ¿es que acaso no existían las antorchas o candiles para iluminar estos pasajes?.

La respuesta es por supuesto que sí, pero no podemos dejar pasar por alto que jamás se han hallado manchas o partículas de herrumbre en las paredes o techos de estos pasadizos, señales características propias de los candiles, velas o antorchas en su constante humear. ¿Fueron realizadas previamente las pinturas en el exterior, y posteriormente colocadas en el interior de los monumentos funerarios?.

Con un mínimo de esfuerzo, podremos observar que la inmensa mayoría de los dibujos e inscripciones están realizados sobre roca virgen, que ha sido picada y pulida, para posteriormente ser decorada. Otras rocas pesan varias toneladas, y su manejo es difícil de imaginar sin que éstas sufrieran golpes y arañazos propios del desplazamiento por los estrechos corredores desde el exterior, cosa que, al igual que el humo de las antorchas, no se aprecia por ninguna parte. En definitiva, este tipo de manipulación hubiese hecho peligrar la labor de los artistas egipcios.

Y como la imaginación no tiene límites, hay quien ha llegado a proponer la utilización de espejos para reflejar la luz solar en el interior de estas oscuras galerías. El único problema es que los espejos encontrados en Egipto no parecían ser de muy buena calidad. Cada vez que reflejaban la luz, al menos una tercera parte de ésta era absorbida o dispersa, con lo que después de combinar varios espejos entre la entrada a la tumba y el interior de las distintas cámaras y galerías, no llegaba a su objetivo ni el más mínimo rayo de luz.

En las mejores condiciones, los espejos de plata de los egipcios podían reflectar el 40% de la luz, la cual desaparece al cabo de cierta distancia según la colocación de algunos espejos.

Este extraño descubrimiento sucedió en el templo de la diosa Hathor, aproximadamente a 70 kilómetro de Luxor. En uno de los tantos jeroglíficos hallados en ese complejo funerario se muestra claramente lo que muchos, tratando de explicar acaso lo inexplicable, han llamado como la Bombilla de Dendera, puesto que muestran claramente cómo dos egipcios sostienen cada uno una especie de cristal de forma alargada y curva en cuyo interior se despliega una serpiente que sobresale de una flor de loto, que recuerdan a las bombillas o focos eléctricos de la actualidad. Así mismo, el tallo de esta flor parece estar “conectada” a una caja misteriosa que soporta el peso de un extraño personaje que sostiene un par de afilados cuchillos.




Muchos aseguran, que la presencia de aquel ser con los dos cuchillos sostenidos en las manos no sería más que una especie de símbolo antiguo de la actual calavera con dos huesos en forma de cruz, que buscaba advertir que aquel objeto que se hallaba sobre sus pies, era peligroso.

Esta explícita imagen, que a diferencia de otros jeroglíficos resulta ser precisa, así como la falta de una explicación formal por parte de los egiptólogos para descifrar su verdadero significado, han generado la especulación que la imagen no es otra cosa que el detalle histórico, acaso arqueológico, que los egipcios sabían mucho más de lo que nosotros a duras penas, hemos sospechado.

La Explicación científica

Harsomtus es la denominación que dieron los griegos al dios egipcio Hor-sema-tauy, «Horus unificador de las Dos Tierras», que adopta diversas formas en las representaciones, y una de ellas es la de serpiente emergiendo de un loto. Dichos lotos cerrados de los que nace Harsumtus, bajo interpretaciones totalmente desconocedoras de la mitología egipcia, son las supuestas bombillas.

La bombilla puesta a prueba

Justamente, tomando como base el jeroglífico de Dandera, se han realizado diversas pruebas buscando comprobar si este objeto podría en verdad generar luz eléctrica. Según se sabe, la prueba más beneficiosa fue la del ingeniero eléctrico, Walter Gran, quien reprodujo, con los datos obtenidos del altorrelieve, una copia similar.




Su modelo se realizó con un vaso cónico de dieciséis pulgadas de largo y cinco de diámetro. En cada extremo se habían colocado resina, a su vez que en uno de los polos se colocaba un electrodo y en el otro, un clavo. Para hacerla funcionar utilizó una bomba neumática y un transformador, y ciertamente, el experimento resultó favorable pues se logró obtener cierta luminosidad. No obstante, hay elementos y procesos modernos que aún no se comprende cómo lo ejecutaron los antiguos egipcios. Es decir, las pruebas lejos de resolver dudas crearon sus propias cuestiones e interrogantes.

La Pila de Irak

Pero el extraño jeroglifo de Dendera no es la única prueba de que en la antigüedad se conocía las propiedades y el uso de la electricidad. En 1936, un grupo de obreros dirigidos por el ingeniero alemán, Wilhelm Koning se toparon en Irak con un extraño objeto de arcilla en forma de jarrón. El objeto tenía 15 centímetros de alto y poseía un tapón de asfalto. En el interior del jarrón se encontró un tubo cilíndrico de cobre de 26 milímetros de diámetro y 19 centímetros de altura. Así también, se halló una varita de hierro de un centímetro cubierta de plomo ligeramente corroída por algún tipo de ácido.

Los expertos coincidieron en que el hallazgo se trataba de un objeto de culto de alguna cultura antigua, no obstante, en esa misma excavación se encontrarían luego objetos que databan del 2 000 antes de Cristo que habían sido sometidos a un proceso de galvanización, es decir, a un procedimiento por el cual objetos de cobre podían tener la apariencia de la plata u oro mediante electrólisis.

Sendos experimentos comprobaron que haciendo uso de este tipo de energía podía ser muy factible que en la antigüedad no sólo pudiera conocerse las “baterías”, sino que también, que su utilidad era conocida para el trabajo de los metales. Por ejemplo, hace unos años, se realizó un experimento utilizando zumo de uvas y vinagre como electrolito. Con esto, y con los elementos hallados, increíblemente se logró una emisión de 0.87 voltios. Los investigadores concluyeron que una serie de pilas de este tipo hubieran podido lograr una verdadera multiplicidad de voltios, los necesarios para dorar o platear algunos metales.

No obstante, para la ciencia formal, esto no es más que el resultado de meras coincidencias contextuales.¿O quizás no?

♦San Agustín (354-430) narró que un templo dedicado a Isis, en Egipto, había una lámpara maravillosa que no se apagaba ni con el viento ni con la lluvia. En la isla de Nesis, en la cercanía de Nápoles en Italia, en el año 600 se encontró en una tumba de mármol un vaso con una lámpara cuya llama brillaba en una bombilla de cristal. Esa tumba procedía de AC.

♦En el sepulcro de Pallas, hijo del rey Troyano Evandre, se descubrió en 1401 un farol perpetuo, para apagarlo hubo que romperlo o derramar el líquido de la lámpara que había estado iluminado por 2600 años.

♦En 1485, en la Vía Apia, cerca de Roma, se abrió la tumba de la hija de Cicerón, llamada Tullia, fallecida en el 44 AC. La sorpresa fue tan grande pues se encontró una lámpara que había ardido durante 1500 años, además el Sarcófago estaba lleno de un líquido oscuro que había permitido la perfecta conservación del cuerpo, el cual fue visitado por unas 20,000 personas cuando lo exhibieron en Roma.

♦En el Reinado de Justiniano de Bizancio en el año 527, al renovar un edificio en Edessa, Siria, apareció en un nicho escondido un crucifijo y una lámpara que había ardido por 500 años.